La leishmaniosis canina es una enfermedad de tipo parasitario y está producida por el protozoo Leishmania infantum. Por la gran cantidad de casos que sufrimos, se considera endémica en todo el área mediterránea, y aquí en Elche, que es desde donde os escribo, es una enfermedad demasiado habitual.
La Leishmania se trata de una zoonosis, es decir, las personas pueden verse afectadas por esta enfermedad, sobre todo en zonas con alta prevalencia de perros infectados, que actúan como reservorio. Se transmite a través de la picadura de “moscas de la arena” o flebotómos, una especie de insectos parecidos a los mosquitos comunes. Los síntomas son muy variados, y su gravedad dependerá de la capacidad de respuesta inmune del perro. Es una enfermedad crónica que actualmente no tiene tratamiento eficaz para eliminar de forma total a la Leishmania, por lo que la prevención juega un papel muy importante.
CICLO DE VIDA DE LA LEISHMANIOSIS
El protozoo Leishmania infantum completa su ciclo de vida biológico utilizando dos hospedadores distintos: un mosquito flebotomo que actúa como vector, y las células de un vertebrado, principalmente el perro, que sería el reservorio. El flebotomo se infecta al picar a un perro infectado y alimentarse de su sangre que contiene las leishmanias. Estas evolucionan en el interior del intestino del insecto hasta su forma alargada y con flagelo (promastigotes) multiplicándose. Después viajan a la boca, y cuando se alimentan de otro perro transmiten estos parásitos. Una vez en el perro, estas formas parasitarias invaden los macrófagos y se transforman en su forma ovoide (amastigotes) dispersándose por todo el organismo.
Entendiendo este ciclo, cuando dos perros viven juntos y uno de los dos tiene leishmaniosis, no implica que el otro también vaya a enfermar, ya que el contacto directo entre ellos no es una vía de infección.
SÍNTOMAS DE LA LEISHMANIOSIS
La leishmaniosis es una enfermedad sistémica que puede afectar a cualquier órgano o tejido, mostrando una sintomatología muy variable. Podemos encontrar desde perros infectados asintomáticos o con sintomatología, hasta animales con afectación grave sistémica. Los más importante de esta enfermedad es que no es el parásito en sí el que produce el daño en el perro, sino que es el propio sistema inmune del animal el que lo ocasiona.
Síntomas comunes
Estos son algunos de los síntomas más comunes, y que antes podemos detectar en cualquier perro con Leishmania.
- Lesiones cutáneas. Aproximadamente el 80% de los perros enfermos presentan síntomas cutáneos. Estos son algunos ejemplos:
- Dermatitis no pruriginosa (sin picor), dermatitis exfoliativa (localizada o general), y otros tipos de dermatitis ulcerativas o nodulares.
- Alopecia, especialmente alrededor de los ojos y orejas.
- Hiperqueratosis en la zona de la trufa o en las almohadillas, causando descamación, engrosamiento, despigmentación y grietas que no curan.
- Uñas anormalmente largas o frágiles (onicopatías).
- Síntomas generales inespecíficos:
- Pérdida de peso, adelgazamiento y atrofia muscular.
- Nódulos linfáticos inflamados (linfoadenopatía).
- Fiebre.
- Mucosas pálidas.
- Síntomas gastrointestinales como vómitos o diarrea.
Síntomas menos comunes
Todos estos son síntomas menos comunes pero que también podemos observar en multitud de casos de perros con leishmaniosis.
- Epistaxis (sangrado por la nariz), en un 10% de los casos.
- Problemas renales. En general, esta es la principal causa de muerte en un perro con leishmaniosis, ya que cuando se ven afectados, incluso con tratamiento, es muy difícil que se pueda controlar con éxito.
- Glomerulonefritis.
- Síndrome nefrótico.
- Insuficiencia renal.
- Lesiones oculares.
- Blefaritis (exfoliativa, ulcerativa o nodular)
- Queratoconjuntivitis seca.
- Uveítis anterior.
- Alteraciones vasculares.
- Vasculitis sistémica.
- Tromboembolismo arterial.
- Síntomas neurológicos.
Los síntomas más graves de la Leishmania
Como vemos, la leishmaniosis puede causar una gran variedad de síntomas, que dependerán de cada perro y de su respuesta inmune. Sin embargo, como he comentado anteriormente, cabe destacar el daño que produce esta enfermedad en los riñones durante su progresión, siendo la insuficiencia renal crónica la principal causa de mortalidad en perros diagnosticados. Este problema se debe a la activación de mecanismos inmunomediados, es decir, el organismo pretende acabar con los protozoos de leishmania circulantes formando complejos que se depositan en el riñón y terminan dañándolo. Por tanto, debemos controlar los valores indicadores de funcionalidad renal como la proteinuria o el ratio urea/creatinina en nuestros perros enfermos de leishmaniosis, para pronosticar la gravedad de la infección en cada perro.
Este problema hace que aunque el diagnóstico precoz es muy importante y nos ayuda mucho para el tratamiento, no siempre se consigue tener un buen control de la enfermedad si las lesiones en los riñones aparecen enseguida.
¿CÓMO SE CONTAGIA LA LEISHMANIA?
Los perros sanos adquieren la parasitación mediante la picadura de un mosquito flebotomo hembra que porta los protozoos del género Leishmania en su interior tras haberse alimentado de la sangre de otro animal infectado. Como comentaba en el párrafo anterior, es prácticamente imposible el contagio por contacto directo entre animales o personas, ya que tiene que existir un vector intermediario. Además, una vez que un perro comienza a ser tratado y empieza a controlarse la enfermedad, deja de ser un posible foco de contagio.
En España se han descrito 12 especies de flebotomos, de las cuales solo 2 son responsables de la transmisión de la leishmaniosis. Son insectos de vida estacional, normalmente de mayo a octubre, pero el cambio climático está favoreciendo su expansión y en algunas zonas cálidas como la nuestra, se consideran activos de marzo a diciembre. Tienen actividad nocturna, habitando zonas rurales o arboledas donde encuentran huecos y oquedades en las que ocultarse, alta humedad relativa, temperaturas moderadas y poca luz. Esto es importante porque si intentamos que nuestros perros no estén al exterior a partir de media tarde, el riesgo de que le pique el flebotomo será menor. Además, estos pequeños mosquitos no suelen volar cuando hay aire, por lo que esos días el riesgo es todavía menor.
DIAGNÓSTICO DE LA LEISHMANIA
Con la sintomatología tan diversa e inespecífica que presenta esta enfermedad, el diagnóstico de la leishmaniosis puede ser complicado. En nuestra clínica, a todo perro que llega enfermo y no ha sido agudo (de un día para otro), solemos hacerle la prueba porque solo de esta forma podemos seguir avanzando en el diagnóstico.
Por desgracia, al ser una enfermedad tan compleja, no siempre es tan fácil llegar al diagnóstico, y a veces, tenemos que usar distintos métodos de diagnóstico para conseguir confirmar o descartar la leishmaniosis.
Hace años, teníamos que mandar la sangre al laboratorio para poder detectar la enfermedad. Por suerte, hoy en día, contamos con la gran ventaja de poder realizar los llamados “tests rápidos” (basados en inmunocromatografía) en la clínica con tan solo una pequeña muestra de sangre que utilizamos para detectar anticuerpos de la Leishmania, es decir, podemos saber si el perro ha tenido contacto o no con el parásito. Este test no nos sirve para determinar la cantidad de protozoos que hay o el estado de la infección, pero es la forma de diagnóstico es la más rápida (15-20 minutos en obtener el resultado), sencilla y económica.
Otros formas de diagnosticar la leishmaniosis sería realizar una citología a partir de una muestra de médula ósea o de ganglios linfáticos, también puede servir para detectar el parásito, con la desventaja de ser más laborioso y difícil en algunos casos de diagnosticar mediante su observación al microscopio. Si el resultado del test es positivo, el siguiente paso sería realizar una serología para conocer el título de anticuerpos de leishmania de forma cuantitativa mediante una prueba ELISA (esta prueba sí que debe realizarse en el laboratorio). Un elevado nivel de anticuerpos confirmaría de forma definitiva el diagnostico y nos daría información útil para el tratamiento.
Por último, existen otras pruebas laboratoriales como una PCR en tiempo real, que también permite cuantificar la cantidad de parásitos en los tejidos de perros infectados.
En el caso de ser negativo tras realizar el test rápido, lo ideal es pasar a aplicar medidas de prevención como la vacunación o el uso de antiparasitarios externos como os explicaré posteriormente.
TRATAMIENTO DE LA LEISHMANIOSIS
Es importante saber que a pesar de que los signos clínicos de la enfermedad suelen mejorar con la administración de fármacos, el pronóstico es variable, y en la mayoría de casos, es una enfermedad recurrente y para toda la vida. Ningún fármaco o combinación de fármacos ha sido utilizado con éxito para eliminar la leishmania del organismo. Aun así, los perros enfermos deben tratarse para mejorar su calidad de vida, paliar los signos clínicos y sobre todo para disminuir el riesgo de transmisión entre perros de nuestra zona. El tratamiento puede ser necesario de por vida, y debe de complementarse con controles periódicos del título de anticuerpos y los órganos internos como hígado y riñones.
En la mayoría de los casos, se recomienda un tratamiento combinado que incluye un fármaco leishmanicida (antimoniato de meglumina o miltefosina) y un fármaco leishmaniostático (alopurinol), el primer grupo para destruir las leishmanias y el segundo para impedir que se multiplique.
El antimoniato de meglumina resulta ser muy efectivo, pero se ha demostrado que puede tener efectos adversos sobre la funcionalidad renal. Por ello, actualmente se considera más seguro y eficaz el uso de la miltefosina combinada con alopurinol, sobre todo en perros con daño renal en el momento del diagnóstico o perros de edad avanzada.
Yo suelo usar la miltefosina por encima del antimoniato de meglumina porque es más fácil de administrar por parte del dueño y tiene menos efectos adversos. Aun así, cada perro responde una forma y es posible que después de probar uno de ellos sin demasiado éxito, haya que probar con el otro.
Debemos tener en cuenta también los efectos adversos del tratamiento oral con alopurinol, como la formación de cálculos renales o la xantinuria (cristales de xantina en la orina). En mi experiencia, no es demasiado frecuente, pero para eso hay que tener un control mínimo anual del perro para modificar o retirar el tratamiento si fuera necesario.
De cualquier modo, el seguimiento de los pacientes una vez iniciado el tratamiento, es de gran importancia para detectar posibles efectos adversos, complicaciones y recidivas. Para que no nos llevemos una sorpresa desagradable, se recomienda que en cada visita, aparte del examen físico completo, se realice un hemograma, bioquímicas (mínimo renal y hepática), análisis de orina con relación proteína/creatinina y proteinograma. Una vez se ha producido la mejoría clínica y la mayoría de los parámetros se ha normalizado, es recomendable realizar un chequeo completo cada seis meses, para facilitar una detección precoz de las recidivas. No hay que olvidar que, aunque los perros clínicamente están bien, la infección por Leishmania, con bajas cargas parasitarias, persiste casi siempre de por vida. Aun así, los perros tratados y bajo control veterinario pueden tener una buena calidad de vida, y vivir muchos años si reciben el tratamiento adecuado.
¿CUÁNTO NOS CUESTA TENER UN PERRO CON LEISHMANIOSIS?
Aunque no me gusta nada hablar de dinero porque siempre hay que poner por delante la salud y bienestar de nuestro fiel amigo. Por desgracia, para mucha gente el gasto económico puede ser algo muy importante e incluso la razón para tratar o no a su mascota.
La leishmaniosis es una enfermedad crónica y necesitará tratamiento y controles veterinarios de por vida, por lo que a partir del mismo día del diagnóstico, siempre habrá un gasto económico. Por suerte, este gasto es más o menos aceptable ya que el gasto más alto será el día del diagnóstico con la consulta y las pruebas (sobre los 100 a 150 euros), pero a partir de ahí, el tratamiento oral es muy económico y la revisión anual puede rondar de 60 a 90 euros. Si hay que administrar el tratamiento leishmanicida, el gasto sube un poco más (dependiendo del peso, podría ir desde los 100 a los 400 euros), pero normalmente, solo se realiza una vez en toda la vida del perro.
Todo esto es el gasto obligatorio para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de un perro con leishmaniosis. Además, os comentaré en el siguiente párrafo otras cosas que pueden ser necesarias para ayudar a la calidad de vida de nuestro perro. Los precios son solo orientativos para que os podáis hacer una idea.
¿QUÉ HACER CON UN PERRO CON LEISHMANIOSIS?
Una vez conocemos que nuestro perro tiene leishmaniosis, debemos seguir el protocolo de tratamiento recomendado e intentar mejorar la calidad de vida de nuestro animal. Además del tratamiento específico, puede ser necesario un tratamiento sintomático y nutricional que ayude a aliviar los síntomas. Por ejemplo, un tratamiento concreto para controlar los problemas de piel o la insuficiencia renal. En cuanto a la dieta, se recomiendan aquellas con proteína de alta calidad y de origen animal (cantidad de proteína controlada en caso de perros con problemas renales), bajo en purina y rico en antioxidantes naturales y ácidos grasos omega 3 y 6 para fortalecer el sistema inmunitario.
Aunque tiempos pasados fueron peores (cierta gente se negaba a tratar a su perro enfermo), hoy en día, con una mayor conciencia y amor hacia los animales, no tratar a nuestro perro enfermo no es una opción, ya que desde el punto de vista sanitario y sabiendo que se trata de una enfermedad zoonótica, sería una gran irresponsabilidad. Si no tratamos a nuestro perro enfermo, debemos saber que va a suponer un foco activo de contagio tanto para otros animales como para las personas.
¿CÓMO PREVENIR EL CONTAGIO DE LA LEISHMANIA EN NUESTRO PERRO?
Dado que es imposible eliminar la leishmaniosis de forma completa, seguir un protocolo de prevención es el punto más importante para su control, sobre todo si vivimos en zonas de riesgo como el mediterráneo. La prevención se basa en dos aspectos importantes, por un lado, evitar la picadura del flebotomo reduciendo así el riesgo de infección, y por otro, vacunar a nuestros perros para favorecer una respuesta inmune eficaz y en caso de infectarse, no desarrollar síntomas o hacerlo de forma menos agresiva.
- La vacunación.
- Control del flebotomo.
- Uso de insecticidas tópicos en forma de collares antiparasitarios (deltametrina) o pipetas (permetrina o imidacloprid). Estos insecticidas reducen la transmisión de la enfermedad, actuando como repelentes frente a los flebótomos y disminuyendo así el riesgo de picaduras. He de decir que aunque hay estudios que respaldan a todos estos productos, no podemos dejar toda la prevención de nuestros perros en manos de ninguno de estos métodos.
- Otras medidas de manejo útiles para prevenir la picadura de estos insectos.
- Mantener a los perros en el interior de casa o evitar los paseos durante el amanecer o el atardecer (momentos de mayor actividad del flebotomo).
- No dejarlos dormir en el exterior en las temporadas calurosas de riesgo (de abril a noviembre).
- Evitar acumular materia orgánica, leña o piedras con oquedades donde se desarrollan las larvas.
- Utilizar insecticidas en formato pulverizador dentro de casa.
- Poner mosquiteras en ventanas y puertas.
Hasta hace unos años, no disponíamos de ninguna vacuna frente a la leishmaniosis, y nuestra prevención era bastante poco efectiva. Lo más curioso es que cuando salió la primera, al mismo tiempo salió un grupo bastante potente en su contra, que se ve que prefería seguir haciendo las cosas como siempre y que nuestros queridos perros siguieran muriendo de leishmaniosis. Sin entrar en debates, la vacuna era algo muy necesario para intentar mejorar la situación de esta enfermedad en zonas endémicas de leishmaniosis.
En zonas como en la que yo resido, la vacuna frente a la leishmania es muy recomendable dada la alta prevalencia, y como decía antes, porque nada ha funcionado bien como preventivo. Esta vacuna solo pueden administrarse a animales sanos seronegativos (no infectados y sin anticuerpos de leishmania) de más de 6 meses de edad. También es recomendable separar el momento de la vacunación frente a la leishmania del resto de vacunas como mínimo unas dos semanas, así como no utilizarse en hembras gestantes o en lactancia (no hay estudios en este grupo).
En el año 2011 se registró en Europa la primera vacuna frente a la leishmaniosis, CaniLeish de Virbac, que exigía de una primovacunación (aplicar 3 dosis con un intervalo de tres semanas entre cada una) y posteriormente la revacunación anual para mantener la inmunidad. Su eficacia demostrada fue de alrededor de un 67-85% según el estudio, mostrando con cierta frecuencia reacciones adversas a la vacuna (fiebre, apatía, problemas digestivos, reacción alérgica). Esta vacuna suponía un elevado gasto el primer año para los propietarios, por el hecho de necesitar tres dosis el primer año. El coste de esta vacuna varia entre los 45-55 euros. Esta vacuna sufrió algunas críticas por parte de dueños de mascotas y veterinarios, y por unas razonas y otras, en el año 2020 dejó de comercializarse.
Más recientemente, en el año 2016 se comercializó en España la vacuna LetiFend de LetiPharma. Con dos claras ventajas, en primer lugar, no necesita de primovacunación por lo que el primer año se administra una única dosis y posteriormente se revacuna anualmente. En segundo lugar, su eficacia es superior a la anterior, un 72%. Además, por la experiencia clínica con el uso de esta vacuna, las reacciones adversas parecen ser menores. El precio de esta vacuna es de aproximadamente de unos 65 euros. Ahora mismo es la única vacuna que disponemos frente a la leishmaniosis.
Es importante recalcar que ninguna vacuna previene la infección de los perros frente a Leishmania, pero sí la progresión de la enfermedad, reduciendo la probabilidad de desarrollar signos clínicos. Por lo que, aunque existe la posibilidad de que los perros vacunados desarrollen la enfermedad, esta es más moderada que en el caso de los no vacunados.
– Diagnóstico precoz: aunque no se puede considerar un método de prevención como tal, ya que los insecticidas, el manejo o incluso la vacunación no nos aseguran una prevención al 100%, lo ideal es realizar como mínimo una prueba al año para intentar detectar la enfermedad lo antes posible.
¿CUÁNTO TIEMPO PUEDE VIVIR UN PERRO CON LEISHMANIOSIS?
En mi propia experiencia, muchos perros con leishmaniosis pueden vivir como si no les pasara nada y acabar muriendo de viejos o por otra enfermedad. En cambio, otros luchan contra la enfermedad con más o menos éxito y acaban muriendo en muy poco tiempo o a los pocos años.
El pronóstico de la enfermedad varía mucho de un perro a otro, y generalmente depende de la capacidad que presente el sistema inmune del animal y de la gravedad de la infección. En los casos en los que se trata de forma crónica y se siguen las revisiones periódicas, consigue estabilizarse la infección y la esperanza de vida aumenta, viviendo incluso muchos años de forma asintomática. Como comenté en la parte de los síntomas, la insuficiencia renal es la principal causa de muerte en los perros con leishmaniosis, es decir, no es el parásito el que acaba con su vida, sino las complicaciones que a largo plazo van surgiendo. Son estos perros los que menos esperanza de vida tienen y los que más cuidados necesitan.
Existe una clasificación que nos permite determinar la gravedad de la infección por leishmania basándonos en los signos clínicos, la serología y los resultados laboratoriales. Nos ayuda a elegir un protocolo de tratamiento y dar al dueño un pronóstico.
Estadio I (pronóstico leve).
Perros con niveles de anticuerpos positivos bajos, con síntomas clínicos leves y perfil renal normal.
Estadio II (pronóstico de leve a moderado).
Perros con un título de anticuerpos bajo o alto, con síntomas algo más graves que el anterior y alteración en el hemograma, pero sin daño renal aparente.
Estadio III (pronóstico de moderado a grave).
Perros con síntomas graves y serología con niveles de anticuerpos altos. Aquí se incluyen aquellos que ya presentan alteraciones a nivel renal.
Estadio IV (pronóstico grave).
Igual que el anterior, pero con insuficiencia renal marcada.
¿SE PUEDE CURAR UN PERRO DE LEISHMANIOSIS?
Esta pregunta me la hacen todos los clientes y a todos les tengo que responder siempre lo mismo: la leishmaniosis es para toda la vida, unos la llevarán como casi nada y otros necesitarán un gran y constante esfuerzo por parte del perro, del dueño y del veterinario. Pero en algunos casos, y siempre hay que tener esa esperanza, los perros pasan la enfermedad sin apenas enterarnos, o en otros, después del diagnóstico y el tratamiento, empiezan a mejorar de forma rápida y después de varios análisis normales, nada de síntomas y PCR negativa, se pueden considerar curados (aunque siempre habrá que llevar una supervisión por parte del dueño y del veterinario).
LEISHMANIOSIS EN HUMANOS
Como he comentado en varios puntos, la leishmaniosis se trata de una zoonosis, es decir, enfermedad que se transmite al ser humano a través de los animales. Cada año se diagnostican de 700.000 a 1.000.000 de casos nuevos en el mundo.
Como sucede en el perro, para que se transmita la enfermedad, la persona tiene que ser picada por el mosquito flebotomo, y no se transmite directamente desde el perro. Por lo tanto, no existe mayor riesgo de contagio por tener un perro enfermo y podéis vivir completamente seguros con él.
Esta enfermedad suele afectar a las poblaciones más pobres del planeta, y está asociada a la malnutrición, los desplazamientos de población, las malas condiciones de vivienda, la debilidad del sistema inmunitario y a la falta de recursos.
En países de la cuenca mediterránea como España, aunque la enfermedad es endémica en perros, es muy raro que se produzca en personas, y si se produce, suele ir asociada a enfermos inmunodeprimidos como pacientes con VIH.
Las buenas noticias para los humanos enfermos de leishmaniosis, es que como nuestro sistema inmune sí puede defenderse de este parásito de una forma eficaz, rara vez ocasiona problemas de gravedad.
Así que por favor, ya basta de utilizar la excusa de que es una zoonosis para querer sacrificar o abandonar a un perro enfermo de leishmaniosis. Lo que hay que hacer es tratarlos cuanto antes. Por suerte, esto es algo que cada vez pasa menos, al menos en España.
LEISHMANIOSIS EN GATOS
Al contrario que en los perros, no se puede decir que sea una enfermedad tan importante en nuestros amigos los gatos. Aunque eso sí, muchas veces está subdiagnosticada y pasa desapercibida.
Se trata de la infección por Leishmania infantum en la especie felina. Se transmite, igual que en el caso de los perros, a través de la picadura de un flebotomo portador de los protozoos de Leishmania. Su prevalencia es baja en zonas endémicas como la nuestra, pero muchos dueños desconocen la posibilidad de que su gato esté infectado y, en realidad, pueden representar un reservorio para la Leishmania igual que los perros. Sin embargo, los gatos parecen ser más resistentes a la infección, siendo poco común la aparición de signos clínicos y con un pronóstico normalmente bueno, a no ser que existan enfermedades concurrentes (neoplasias, FIV/FelV) o complicaciones (enfermedad renal).
Los signos clínicos son muy similares a los descritos en los perros:
- Lesiones de piel y linfoadenomegalia como síntomas más frecuentes.
- Lesiones oculares, anorexia o palidez de mucosas.
- Síntomas inespecíficos como poliuria/polidipsia, vómitos y diarreas o ictericia.
Su diagnóstico es difícil y raramente se tiene en cuenta como diferencial, anteponiendo otras enfermedades más comunes en los felinos.
El tratamiento se basa en el utilizado para los perros, ya que no existen estudios publicados de tratamientos para la leishmania felina.
En cuanto a su prevención, no se ha probado la eficacia de los insecticidas tópicos disponibles en la actualidad para gatos con relación a la prevención de las picaduras por flebótomos, además, la mayoría de los aprobados para su uso en perros resultan tóxicos para los gatos. Tampoco hay vacunas comercializadas.
Como vemos, aunque pueden actuar como reservorio de la infección, la leishmaniosis en gatos no se considera un enfermedad grave ni de alta prevalencia, por lo que aún se está estudiando su relación con la leishmaniosis canina y su peligro zoonótico.
CONCLUSIÓN
Nos encontramos ante una de las enfermedades más importantes y que más sufrimiento causa en nuestros perros y en los dueños de mascotas. Aunque hace muchos años, incluso los veterinarios recomendaban el sacrificio de estos perros enfermos por leishmaniosis, está más que demostrado que se pueden controlar con tratamiento y que el riesgo para el ser humano que convive con ellos es prácticamente nulo. La prevención o un diagnóstico precoz con un tratamiento adecuado pueden hacer que tú y tu perro viváis una larga y feliz vida juntos, pero nunca hay que bajar la guardia.
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