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Temperatura corporal en perros y gatos

Temperatura corporal en perros y gatos

Una de las preocupaciones más frecuentes de los dueños de mascotas cuando lo notan caliente y triste, es si su animal tiene fiebre o no. En muchas ocasiones, escucho en consulta que han oído por ahí que se puede saber si tienen la punta del hocico seca, si están jadeando o si se notan calientes tocándoles el cuerpo. Pues bien, en este artículo os voy a explicar un poco (sin aburrir demasiado) cómo funciona la regulación de la temperatura y qué podemos hacer en casa para saber si nuestro perro o gato tienen fiebre y hay que llevarlos al veterinario.

Termorregulación en perros y gatos

La temperatura corporal de los perros y gatos está controlada por un área del hipotálamo (ubicado en el cerebro), denominada centro termorregulador. Esta parte del cerebro es la encargada de mantener la temperatura dentro de un rango constante, llamada temperatura corporal óptima o normotermia (puede variar según la raza, edad, o individuo), la temperatura en el caso de un perro y gato adulto oscila entre los 37,8 y los 39,2 grados. Además, el centro termorregulador se encarga de activar los mecanismos de compensación cuando la temperatura se desvía de los valores normales. De tal manera que, cuando la temperatura corporal se eleva por encima de lo normal (hipertermia), se desencadenan en el organismo mecanismos de eliminación del calor (jadeo, vasodilatación cutánea, transpiración y cambios posturales). Por otro lado, cuando la temperatura corporal está por debajo de lo normal (hipotermia), se ponen en marcha mecanismos de producción de calor como el incremento de la actividad muscular (temblores), vasoconstrición cutánea, piloerección (pelos de punta) y cambios posturales para intentan elevar la temperatura.

Medición de la temperatura corporal

Si estamos en casa y no sabemos si debemos llevar a nuestra mascota al veterinario a causa de la fiebre, debemos tener en cuenta lo siguiente: los perros y gatos con fiebre suelen estar más tranquilos y apáticos, tienen menos apetito y suelen beber más agua. Si además queremos saber exactamente la temperatura corporal de nuestro animal, la manera más precisa de tomar la temperatura a un perro y a un gato es utilizar un termómetro digital e introducirlo en el ano. Otros métodos menos científicos como palpar orejas, la zona del vientre o de las ingles o el hocico, resultan muy poco fiables, sobre todo porque nuestra temperatura es más baja que la de ellos y, en condiciones normales, ya solemos notarlos más calientes que a nosotros.

Hipotermia en mascotas

Se considera que estamos ante un caso de hipotermia cuando la temperatura corporal se encuentra por debajo de los 37 ºC. Además, podemos observar síntomas como temblores, rigidez muscular, respiración lenta, letargo y dificultad para encontrar el pulso del animal. Ante un caso como este, se debe calentar al animal con secador, mantas térmicas o bolsas de agua caliente y llevarlo a la clínica veterinaria para que diagnostiquen y traten el problema lo antes posible, ya que una de las posibles causas de hipotermia es la hemorragia interna.

Hipertermia

Se considera hipertermia cuando la temperatura corporal sobrepasa el límite superior de la temperatura óptima. En perros y gatos con fiebre, la temperatura generalmente oscila entre 39,3ºC y 41,6ºC. Cuando la temperatura es superior a 41,6ºC, la causa de la hipertermia generalmente no es febril, y suele estar relacionada con golpes de calor, por dejar al animal dentro de un coche, por ejemplo.

Cuando existe fiebre, el centro termorregulador se ve estimulado por sustancias específicas, normalmente producidas por bacterias (pirógenos), que provocan que se establezca un nuevo punto de regulación térmica, el cual se sitúa por encima del rango normal. Es decir, el cuerpo “piensa” que su temperatura normal es más alta. A partir de aquí, el centro termorregulador pone en marcha mecanismos para alcanzar y conservar esta temperatura. La temperatura corporal se mantiene alta hasta que disminuye la concentración de los pirógenos. Esta disminución provoca que el termostato corporal vuelva a su punto normal. Durante un proceso febril no se puede intentar disminuir la temperatura de manera drástica, aunque puede ser útil aplicar paños humedecidos con agua templada en zonas como las ingles, axilas o el abdomen. Si no disminuye la temperatura, lo que debes hacer es acudir al veterinario. Lo que no te recomiendo que hagas es medicar al perro o al gato sin contar con el veterinario. Debes tener presente que medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno no se deben administrar a perros y gatos, ya que pueden provocan daños graves en su organismo e incluso provocar su muerte. La fiebre es un síntoma más de una enfermedad, y además, es un mecanismo de defensa del cuerpo frente a diversas causas como infecciones por distintos patógenos, inflamaciones no infecciosas o ingestión de sustancias tóxicas. Por eso, cuando un perro tiene fiebre, suele presentar otros síntomas como apatía, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, anorexia y deshidratación, debilidad y pérdida de la condición corporal, convulsiones y síntomas característicos de la enfermedad concreta (tos, vómitos, diarrea, etc.).

En una hipertermia no febril, el centro termorregulador funciona normalmente y el aumento de temperatura corporal se debe exclusivamente a factores físicos y externos al cuerpo (como comentaba anteriormente con el golpe de calor). En estos casos, los mecanismos fisiológicos de eliminación de calor son insuficientes para mantener estable la temperatura corporal. Esto puede suceder cuando la capacidad termorreguladora del organismo es superada por la ganancia de calor ambiental (como en el caso de excesiva exposición a ambientes calurosos y mal ventilados o como consecuencia de ejercicio intenso en climas cálidos y húmedos). Si tu mascota sufre una hipertermia, mientras acudes al veterinario lo más rápido posible, deberás empezar a enfriarla de forma lenta, suave y progresiva, mojándola poco a poco y poniéndole trapos húmedos por el cuerpo. Además, en el coche puedes tener el aire acondicionado a una temperatura no muy baja para que siga ayudando mientras llegáis a la clínica veterinaria.

Tanto en los casos de hipotermia como de hipertermia, no debes actuar sin la supervisión ni la consulta de un veterinario, pero el trabajo que puedes hacer en casa y de camino a la clínica, puede ser crucial para que haya más posibilidades de que todo acabe bien.

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