Hoy os voy a hablar de un término que aunque parezca raro y gracioso, es bastante más frecuente de lo que os podéis imaginar, y que la mayoría de los dueños de gatos saben que es serio y muy peligroso. El síndrome del gato paracaidista se refiere a cuando un gato se precipita desde una altura de más de 7 metros, lo que equivale más o menos a un segundo piso. Es una de las causas más comunes de atención veterinaria de urgencia por traumatismo en gatos.
Los gatos no se precipitan al vacío de manera intencionada, sino porque han perdido el equilibrio o porque han visto algún pájaro o mosca, por ejemplo, que ha pasado cerca y han intentado cazarlo.
La época de mayor riesgo de que se produzcan estas caídas es cuando el gato es joven, menor de 2 años, y no está esterilizado. La inexperiencia de los gatos y la llegada de la madurez sexual hace que sean más propensos a ser gatos paracaidistas. Sin embargo, no nos podemos olvidar de los gatos ya mayores, que van perdiendo facultades y de los cachorros, que aún no son conscientes de los peligros.
Seguro que todos habéis escuchado la frase: “los gatos siempre caen de pie”, pues bien, aunque parezca difícil de creer, es más probable que un gato sufra daños desde alturas más bajas que desde un cuarto piso. Esto se debe a que los gatos se dan la vuelta y se estiran para caer de pie y amortiguar la caída. Desde un segundo o tercer piso no tienen tiempo suficiente para poder hacer esto. Si durante la caída se encuentran con tendederos o macetas, tampoco podrán posicionarse para caer bien y, debido a los golpes, es posible que estos objetos le produzcan traumatismos. Las caídas desde un 5º o 6º piso suelen ser mortales, aunque yo he tenido la “suerte” de haber atendido a más de un gato que después de una caída así no tenían absolutamente nada.
Si nos llevamos el susto de ver a nuestro gato, o el de algún vecino, en alguna situación de peligro, es importante que actuemos con tranquilidad, que llamemos al animal con algo que le guste, como comida, para que se acerque a nosotros por su propio pie. Si intentamos cogerlo, podemos hacer que se asuste y se precipite al vacío.
¿Qué hacer si nuestro gato se cae?
Lo primero es llamar al veterinario, tanto para avisar que vamos con un gato paracaidista como para que nos den las pautas de cómo mover al animal en caso de que no se levante por sí solo. Lo ideal es colocar alguna toalla debajo o cualquier cosa que simule una camilla para moverlo lo mínimo necesario.
Una vez en la clínica veterinaria, se realizará una exploración exhaustiva del gato, buscando las posibles lesiones que tiene nuestro animal para poder estabilizarlo y pautar el tratamiento necesario. Además de esto, se le hará una analítica para ver si existe alguna lesión interna y las radiografías necesarias para comprobar que haya o no fracturas en extremidades o cadera, ya que son las fracturas más frecuentes, y otro tipo de daños en pulmones o abdomen.
Dependiendo del estado del gato y/o del resultado de las pruebas, es posible que se tenga que quedar ingresado durante 12-24 horas en la clínica, ya que muchas veces, hay problemas que aparecen más tarde.
Una de las fracturas más comunes, además de las de extremidades o cadera, es la fractura del paladar y de la mandíbula. En este caso puede ser necesaria una cirugía reconstructiva. Además, habrá que poner una sonda nasogástrica para poder alimentar al gato y evitar la neumonía por aspiración, una complicación que puede aparecer si dejamos que un animal con el paladar roto beba o coma por sí solo y el alimento o el agua pase a pulmones.
Si tenemos la suerte de que el veterinario determina que el animal no ha sufrido ninguna lesión, hay que tener en cuenta que el gato ha pasado por un hecho traumático, por lo que puede que esté varios días escondido en casa, dolorido y asustado hasta que se le pase. Tenemos que ser pacientes y darle tiempo para que poco a poco vuelva a su conducta habitual, sin forzarle a salir.
¿Cómo prevenir el síndrome del gato paracaidista?
La prevención es la clave para evitar que se caiga nuestro gato. Hoy en día podemos conseguir redes y mosquiteras para poner en ventanas y terrazas, para que podamos abrir las ventanas sin llevarnos ningún susto. Es importante, aunque tengamos mosquiteras o redes, no dejar las ventanas abiertas sin vigilar al animal. Hay que elegir bien el tipo de red que ponemos, ya que no son del mismo tamaño para adultos que para cachorros, varía también la resistencia de los materiales según la actividad que tenga el gato, y de su peso. Hay que tener en cuenta que si la red está en una ventana o terraza donde da mucho el sol, la red tiene que ser de un material resistente a los rayos UV.
También es importante el enriquecimiento ambiental en casa, podemos poner estanterías o baldas donde se puedan subir los gatos para que estén entretenidos y gasten la energía jugando, y así no tengan tanta curiosidad por lo que hay fuera.
Además de todo esto, aunque el gato no vaya a tener acceso al exterior, es recomendable tenerlos identificados, sea con microchip o con un collar con una chapa. De esta manera nos aseguraremos que si otra persona es la que se encuentra al animal, se podrán poner en contacto con nosotros cuanto antes. El microchip es el método más seguro, lo implanta un veterinario y se asocia el número del microchip a los datos del propietario. La chapa identificativa es eficaz y rápida porque no es necesario llevar al animal a una clínica para que se lea el microchip, pero si el animal se va corriendo puede perder el collar o la chapa si se le engancha en algún sitio.
Ya sabéis, aunque los gatos siempre caen de pie y tienen siete vidas, no os la vayáis a jugar y que os toque pasar por un suceso tan traumático.
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