Un día decides bañar a tu perro, ya sea en la bañera o en el mar, y entonces te das cuenta que no es tan placentero como cuando tú te imaginas sumergido en un jacuzzi con mucha espuma a tu alrededor. Como suele ser normal en la mayoría de los casos, nuestros perros no reaccionan bien al agua, y un agradable día en la playa o una sesión de peluquería, puede convertirse en un auténtico drama para nuestra querida mascota.
Ya que es un tema bastante frecuente para los dueños de mascotas, en este artículo os doy información útil sobre el miedo de los perros al agua y así aconsejaros para que podáis ayudarlos.
A mi perro le da miedo el agua, ¿por qué?
En la mayoría de las ocasiones, el origen de este miedo se encuentra en una mala socialización en la etapa de cachorro. Si durante sus primeros meses de vida, no introducimos estímulos nuevos de forma correcta, en la etapa adulta pueden quedar como miedos.
Por norma general, los perros reaccionan con miedo ante lo que no conocen como puede ser el mar. En la playa, son muchos los estímulos que pueden provocar rechazo: ruido del oleaje, agua salpicando, arena mojada de diferentes texturas, etc.
El miedo al agua también puede aparecer en aquellos perros que han sido castigados con agua o han asociado el agua con un castigo. Por eso debemos preparar el momento del baño en casa desde cachorros de forma que no suponga una experiencia traumática para ellos, preparándolos poco a poco para el primer contacto con la bañera o el secador. Como siempre les explico a mis clientes, hay dos formas de bañar al cachorro (o al perro si ya lo adoptamos adulto): la rápida, en la que lo vamos a bañar sí o sí, pero puede que arrastremos consecuencias para toda la vida, y la lenta, en la que invertiremos mucho tiempo en acostumbrarlo y crear un entorno agradable y cariñoso, para que el resto de su vida no tenga que sufrir cada vez que toque baño.
Además, como ocurre con las personas, aunque todos los perros pueden nadar, no todas las razas lo hacen igual de bien, y nuestro perro puede sentirse inseguro o poco ágil dentro del agua. Otros factores como la temperatura, la profundidad o ciertas enfermedades (otitis o enfermedades articulares), pueden producir rechazo al agua.
Diagnóstico y diferenciar entre miedo y fobia al agua en perros
Además de los muchos inconvenientes que tiene que nuestro perro tenga miedo al agua, una situación de miedo de forma repetida repercute en el sistema inmune, bajando las defensas de nuestro perro y predisponiéndolo a más enfermedades. Por eso es importante que controlemos estas experiencias para reducir el estrés y la ansiedad.
Podemos dedicar un día, no muy concurrido, a ir a la playa y observar su comportamiento. Un perro con miedo al agua intentará huir de ella, llegando a ponerse agresivo si lo forzamos. Intentaremos analizar cómo reacciona, jugando con él cerca del agua. Si realmente le produce miedo, notaremos como tarda en recuperarse después de huir del estímulo, quedándose unos minutos jadeando de forma agitada.
En el caso de un perro con fobia, el agua le producirá síntomas de ansiedad más graves (jadeo constante, elevada frecuencia cardiaca, babeo o náuseas), con malestar general y reacciones exageradas. Dependiendo de si es miedo o fobia, el pronóstico será peor y mucho más complicado de habituar o acostumbrar.
¿Cómo tratar el miedo al agua de un perro?
Para ayudar a nuestro perro a superar el mido o fobia al agua tendremos que trabajar y crear una asociación positiva con el agua. Nos llevará tiempo modificar la conducta y las reacciones frente al agua, sobre todo si ya tiene experiencias traumáticas anteriores.
En el caso de ser un cachorro o de que queramos empezar a acostumbrarlo al agua, lo ideal es empezar en la bañera. Intentaremos que relacione el baño con un momento de relajación y reforzaremos los comportamientos tranquilos con caricias o premios.
Si nuestra zona lo permite, podemos introducir el agua en nuestros paseos. Por ejemplo, pasando cerca de lagos, ríos o la orilla de la playa para acostumbrarlo al ruido del agua. Poco a poco, y lo más importante, sin forzarlo, iremos acercándonos a la orilla para que pueda sentir la humedad y el agua en sus patas con la seguridad que les da que no haya mucha profundidad. No podemos tirarlo directamente al agua ni obligarlo a hacer algo que no quiere, porque acentuaremos su miedo y estaríamos generando una situación traumática. Castigarlo o gritarle tampoco es una opción, no va a entender el motivo y solo provocará frustración.
Trataremos de estar relajados en todo momento, dejando que nuestro perro explore el territorio y avance por sí mismo. Podemos introducir juguetes o comida para llamar su atención y reforzar los momentos de tranquilidad dentro del agua. No hace falta que estemos mucho tiempo dentro del agua, suele funcionar mejor si hacemos sesiones cortas y repetimos el ejercicio varios días, en lugar de estar un día entero practicando el acercamiento al agua.
Con paciencia y perseverancia es posible conseguir que nuestro perro este relajado con los ambientes con agua, e incluso que disfrute de ella con nosotros. Sé que este tipo de entrenamiento es pesado y requiere mucha energía, tiempo y la actitud necesaria, pero nuestros perros son parte de la familia y creo que se merecen que hagamos todo lo posible para que tenga una vida más feliz.
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